Perspectivas
Teóricas sobre la Cuestión Global-Local
Jorge
Alberto S. Machado
(versión adaptada de
parte del trabajo de investigación para los marcos teoricos de
la tesis doctoral Lo Global y lo Local en Brazil: la
Reestructuración Neoliberal y su Impacto en las Ciudades.-
2001)
Referencia: Machado, Jorge A. S. (2001), Perspectivas Teóricas sobre la Cuestión Global-Local, http://each.usp.br/machado/soc/bibliot/machado/perspecteoricas.htm
En las investigaciones relacionadas con este tema se puede
encontrar un largo espectro de opiniones e interpretaciones.
Esto se debe al hecho de que el término globalización pasó
paulatinamente a ser utilizado de forma más general, en la
tentativa de explicar distintos cambios en los entornos locales
que se asocian a diferentes factores externos. La globalización
pasó a ser el sujeto de casi todo aquello que está fuera del
control local. Es decir, pasó a ser la palabra adecuada para
denominar a una fuerza superior a la voluntad de los actores
individuales o colectivos locales que actúa, en diferentes
dimensiones, desde fuera hacia lo local.
La falta de solidez de
aquello que se puede entender ser el significado de
globalización, o incluso, por el simple hecho de que este objeto
de estudio está en constante desarrollo, puede inducir a malas
interpretaciones o incluso equívocos. Y este fue el caso de los
entusiastas de la primera mitad de los años noventa, que no
esperaban la sucesión de crisis que estremecieron diferentes
regiones del mundo - empezando por la de México, en 1994. En las
ciencias sociales, estos hechos han ocasionado que los
pronósticos se fuesen volviendo gradualmente más cautelosos y
críticos. A lo largo de los últimos tres o cuatro años, la
prudencia hizo que ese término fuese abordado de forma asociada
al supuesto peligro de las crecientes desigualdades; o a los
problemas que la continúa erosión del Estado puede causar;
también relacionándolo a cuestiones de predicativos culturales,
al ámbito del posible choque de civilizaciones; o, por otra
parte, incluso al análisis de redes, lo que explicaría mejor al
menos la dinámica que causa la existencia de áreas marginadas y
otras muy bien "incluidas" en este proceso.
El término
globalización tiene no solamente un concepto difuso, su
denotación también es compleja y variable, ésta asume una forma
de acuerdo con la perspectiva de quien la interpreta y el
contexto a que se refiere. El carácter ideológico que asume el
debate de la globalización es un factor complicador del cual es
casi imposible situarse al margen y que proporciona al
investigador una vía llena de trampas y equivocaciones. Así,
resulta conveniente presentar algunas de esas perspectivas
existentes que en su conjunto proporcionan un plano teórico más
amplio y crítico.
Según Theotonio dos
Santos, el proceso de globalización resulta, de hecho, "del
avance de la comunicación de forma cada vez más instantánea y
generalizada, conduciendo a una creciente internacionalización
del sistema productivo y de servicios en general". Así, en la
perspectiva de un "sistema ideal", se cree que la globalización
es el resultado - y, al mismo tiempo, hilo conductor - de una
nueva realidad de la economía mundial, donde las "antiguas
estrategias militares pasaron a ser superadas, la conquista del
espacio pasa a ser tarea conjunta de las grandes naciones, la
preservación del medio ambiente es un problema común a todas las
naciones, así como la calidad de vida, la superación del hambre,
de la miseria, del analfabetismo", del subdesarrollo y de la
gestión de una sociedad mundial, donde los intereses dejan de
ser específicos para ser comunes. Todo eso para construir una
sociedad global, "democrática, pluralista y fecunda"1 entre las
distintas civilizaciones y pueblos, donde la solución de sus
problemas pasa a ser la garantía para la supervivencia de la
humanidad. Como dice ese autor: "la humanidad dejó de ser una
abstracción para convertirse en una realidad material y
cotidiana" (Santos, 1994: 105-106).
Por su parte, Manuel
Castells, al sintetizar ese amplio proceso de transformación por
el que pasa la humanidad, afirma que ese nuevo mundo se forma
originario de "la coincidencia histórica, hacia finales de los
años sesenta y de mediados de los setenta", de "tres procesos
independientes: la revolución de la tecnología de la
información; la crisis económica tanto del capitalismo y del
estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes; y el
florecimiento de los movimientos sociales y culturales, como el
antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el
feminismo y el ecologismo". Una nueva estructura social
dominante, así como una nueva economía - informacional global -
y una nueva cultura - de la virtualidad real - surgen de la
interacción de esos procesos y de las relaciones que
desencadenaron. Así pues, la "lógica inserta en esta economía,
esta sociedad y esta cultura subyace en la acción social y las
instituciones de un mundo interdependiente" (1997: 369-370).
Otro autor, Ferrer,
afirma que la globalización confronta los países con desafíos
cuya resolución depende su desarrollo o atraso. Las respuestas
dadas al dilema del desarrollo en el mundo dependerían de
variables críticas como la acumulación de capital, el cambio
técnico, la composición del comercio exterior, la tasa de
crecimiento, los niveles de empleo, la distribución de la
riqueza y el ingreso y los equilibrios macroeconómicos. En este
contexto, las buenas respuestas a la globalización, "permiten
que las relaciones internacionales impulsen la transformación,
crecimiento e integración internas y fortalezcan la capacidad de
decidir el propio destino". Las malas respuestas pueden producir
situaciones opuestas: "fracturan la realidad interna, sancionan
el atraso y someten a decisiones fuera del propio control. Los
resultados entre una y otra son mensurables: se reflejan en el
ingreso per cápita, en los demás indicadores principales del
desarrollo económico y social y en la convergencia o la brecha
respecto a los países más avanzados en cada período" (1998:
155-6).
Actualmente se asocia al termino numerosas referencias como el
procesamiento, la expansión veloz y la facilidad de transmisión
de la información, la estandarización de los hábitos de consumo,
la formación de bloques comerciales, la movilidad internacional
de los factores productivos y la creciente interdependencia de
los agentes económicos internacionales. Sus efectos transcienden
en mucho las esferas económicas y financieras, así otros
términos y metáforas luego surgirían para tentar suplir la
carencia interpretativa de este tan complejo y variado fenómeno,
formando una miríada de nuevos vocablos sobre el tema, como:
aldea global, tercera ola, nueva babel, sociedad informática,
sociedad amébica (Ianni, 1995: 15), sistema-mundo, sociedad-red,
además de los conocidos mundialización, internacionalización y
transnacionalización2 . Asociadas a estas palabras, otros
términos son comúnmente utilizados, como nueva orden mundial,
sociedad industrial, postmodernidad, sociedad postindustrial y
otros "post" - como afirma Beck (1998), el prefijo post es
comúnmente utilizado para indicar lo desconocido, el porvenir,
algo que sigue a la contemporaneidad, pero no es identificable o
todavía no asimilable. Esas metáforas expresan los esfuerzos
teóricos de aprehensión de los vectores de este fenómeno, desde
los diferentes aspectos y perspectivas que lo componen.
En el ambiente
académico hay una tentativa por parte de los estudiosos del tema
de diferenciarlo de otros términos, como mundialización o
internacionalización. Para García (1999: 98-99), la
globalización es un simple medio por el cual se puede asistir,
vía satélite, "al deambular de millones de personas en el
corazón de África" o los bombardeos en una guerra distante
("globalización informática"); "por el cual unas especulaciones
financieras pueden hundir el sistema financiero mundial
('globalización financiera')"; por el cual las industrias
"pueden cambiar de país buscando mayores ganancias
('globalización productiva')"; por el que se puede escuchar la
misma música en todo el mundo ("globalización cultural")3 o
"quedamos expuestos a la contaminación causada por Chernobyl
('globalización ecológica')". La mundialización, por el
contrario, "es un proceso por el cual se amplía la conciencia de
pertenencia al mismo mundo y se crea en un planeta
interconectado e interdependiente; es una nueva forma de
comprender un espacio que se amplía y el tiempo que se acelera;
significa la pertenencia a un mundo único, más humano y
habitable, que se experimenta como un único pulso y como un
territorio, que por fin llega a ser el hogar del ser humano a
través de contactos sociales y mestizajes culturales, del
progreso de las comunicaciones y de la integración
intercultural". La globalización, en su punto de vista, estaría
también preocupada por los "aspectos cualitativos" del ser
humano, la calidad de vida y con un enfoque más cooperativo
entre la gente. Como distinción clara entre los dos términos,
sentencia: "por la mundialización el mundo nace único, por la
globalización económica nace también desigual y antagónico".
En esta perspectiva,
por sus reconocidas cualidades transformadoras y sus
consecuencias objetivas en los procesos de cambios sociales, la
globalización actual parece actuar en el sentido de reducir la
complejidad social a casi que únicamente a lo económico,
ignorando los demás aspectos - social, político, ecológico y
jurídico -, que se quedan subordinados a los indicadores de la
economía. Ésta generalizaría una receta para todos los países,
sin tener consideración con las circunstancias históricas y las
particularidades de cada país, teniendo como guión solamente el
desarrollo de los flujos internacionales del mercado, es decir,
el propio mercado en si. La mundialización en contraposición,
sería un término que expresa un carácter más generalista,
supranacional en todas las dimensiones y no ajeno a las veredas
del mercado, pero más historicista, culturalista y
multifacético.
Por detrás de esa
crítica, en la definición y caracterización ideológica del
término hay alusiones a su maniqueísmo economicista; a las
contradicciones del proceso como los proteccionismos
distorsionadores del libre mercado; a los obstáculos crecientes
a la inmigración y flujo internacional de mano de obra4 y, al ya
muy insistentemente dicho y repetido, proceso de exclusión
internacional contemporáneo por que pasan las periferias y las
regiones menos desarrolladas - o menos competitivas, como se
puede decir en el lenguaje económico.
En la interpretación de
muchos sociólogos el término Globalización adquirió un
significado de fuerza superior simplificadora, estandarizadora.
Según Ramiro, las fuerzas globalizadoras dan lugar a una intensa
multiplicación de los flujos de datos e intercambios y así a
nuevas configuraciones de informaciones - mundializadas y
localizadas - y todos esos cúmulos de efectos sociales que se
desprenden "son pasadas por una gigantesca máquina
simplificadora que observa tales modificaciones con una
extensión incontenible de las fuerzas del mercado, fuerzas que
marcharían en una sola dirección hasta que - tarde o temprano,
tienden a confundir sus actores económicos y sociales" (1997:
61).
A la globalización se
asocia a también el término "cultura de mercado", conforme añade
Moreira, pues esta hace referencia a un "determinado modo de
pensar, de comportamientos y de estilos de vidas, de valores
sociales, patrones estéticos y símbolos producidos y difundidos
por la industria cultural, que contribuyen a reforzar y
consolidar en las personas la hegemonía de la economía de
mercado.(...) La cultura de mercado o del consumo estimula a las
personas a 'querer' más de lo que necesitan para su vida. Se
crea una confusión entre deseo y necesidades; se produce una
convicción subjetiva de que lo que se desea es lo que realmente
se necesita (...)". Esto llevaría a las personas a buscar
sistemáticamente, incluso los pobres, "la identificación con los
patrones de vida, comportamiento, gustos y valores de las clases
más ricas". Por escasos y caros que sean esos bienes, "se
convierten en objetos codiciados y deseados" (1999: 138-139).
Sin embargo, es en su dimensión económica en la que la
globalización adquiere una connotación más acentuada como una
fuerza superior a las voluntades o fuerzas locales. Éste
fenómeno se presenta en la perspectiva dominante como un
conjunto de vectores de transformación, cuya intensidad y
amplitud no se puede detener, y aquellos que, por ventura,
intentan imponerse a ese torbellino, automáticamente parecen
manifestar una posición de anacronismo y ceguera histórica. Esa
tendencia más maniqueísta se encuentra más presente en el
lenguaje economicista, sobre todo de las corrientes monetaristas
que hoy prevalecen, asocian ese fenómeno a la materialización de
la victoria de la democracia liberal sobre los demás paradigmas,
lo que implica su asociación con todos los presupuestos del
corolario liberal. De esta forma, ese discurso triunfante de los
años ochenta, fortalecido por la caída del muro de Berlín,
incorporó como elemento clave propagandista esa "necesidad" de
transformación y redireccionamiento de las estructuras de la
sociedad y del Estado en el sentido de liberar de las
imposiciones políticas y económicas a la libre circulación
monetaria y de los agentes productivos, así como promover las
operaciones de cambio en las relaciones estatales de gestión y
control, abriendo el camino para las empresas privadas. Con la
argumentación exhaustiva de la supuesta gran capacidad de
movilidad y superior capacidad de adaptación al medio ambiente
económico con la liberación de los agentes de la economía de
libre-mercado se construyó un discurso articulado reivindicando
la efectuación de las reformas en el Estado. Eso implicaría en
el cuestionamiento de cualquier iniciativa gubernamental que se
pueda considerar como intervencionismo; el cumplimiento de una
agenda de privatizaciones, el redimensionamiento de las
actividades gubernamentales en el plano económico y social; la
reformulación de sus estrategias de actuación y la
descentralización y fragmentación de sus instituciones.
2.1 Cambios Recientes y Nuevas Perspectivas Críticas
En el estudio del
fenómeno de la globalización se manifiestan claramente dos
momentos diferentes en los que se encuentran las investigaciones
y tentativas interpretativas de ese proceso. El primer momento,
es decir, de 1989 - tomando como marco el colapso del mundo
socialista - hasta mediados de 1994-5, se inician las primeras
tentativas de lectura, conceptuación, comprensión,
interpretación y análisis de los grandes cambios que afectaban
de forma interdependiente al mundo. La mayoría de los autores,
aunque expresasen sus críticas a la llamada globalización y
consecuentemente a sus inherentes distorsiones despacio
evidenciadas, hacían tentativas interpretativas más
polivalentes, variadas, exponiendo posibles perspectivas y
escenarios futuros, y se dividían entre optimismo y pesimismo.
Hasta ahí predominaba un cierto comedimiento en el análisis del
término, donde no se discutía la globalización en sí misma, no
como un proceso, un continuum de la historia. Las crisis de
México, Asia y Rusia - con reflejos en Brasil y América Latina
-, se convirtieron en un divisor de aguas. En un escenario de
sucesivas crisis de alcance global, el sacrificio hecho por
muchos países al efectuar reformas económicas y políticas de
apertura y modernización de la economía - todo esto a costes
sociales elevados - sin la obtención de los resultados
esperados, sumados al mantenimiento de las políticas
proteccionistas de los países industrializados, han causado una
desilusión a la llamada globalización. Esto ha ocasionado un
cambio en las posiciones de los investigadores sobre el tema, de
modo que en la producción científica más reciente haya tenido
lugar posiciones cada vez más críticas y reticentes con respecto
a ese proceso. La discusión muchas veces llega a ser puesta en
términos puramente ideológicos5 , en el que el "discurso" de la
globalización es analizado como una tentativa de garantizar
privilegios y vender falsas esperanzas. La crítica se basa en
las crecientes desigualdades del sistema y en la creencia de que
este proceso es dirigido por y para los países industrializados,
que son los únicos que tienen capitalizado los beneficios. El
crecimiento del foso que separa el Norte del Sur, los
preocupantes indicadores estadísticos sociales de los países
periféricos, la presión del proceso migratorio, los innumerables
nuevos (y resurgimiento de los viejos) conflictos étnicos,
nacionalistas y religiosos - muchas veces motivados por
intereses económicos o potenciados por situaciones de crisis -,
la cuestión de la asfixiante deuda externa de los países en
desarrollo y otros factores que evidencian un desequilibrio
global ponen en duda ese proceso llamado de globalización e
influencian la formación de una nueva ola de artículos y libros
cuyo eje se sitúa más próximo de una tentativa interpretativa
más crítica, centrada no tanto en el proceso de globalización -
hoy más aclarado conceptualmente y tendencialmente - sino en la
génesis del discurso que los sostiene como forma de conformación
ideológica legitimadora.
En los últimos años, la
palabra globalización pasó a ser discutida y cuestionada como un
término que surgió, creció y pasó a ser un depositario de
esperanza y prosperidad, siendo presentada de forma lúdica como
un eterno y maravilloso porvenir, vehículo de la bonanza y
felicidad - que se materializarían desde que se pudiese contar
con la cooperación de los agentes políticos y económicos
locales.
Sin embargo, por la intensidad de las críticas - ora a los países industrializados, ora al FMI, ONU, OMC, ora a las grandes empresas y conglomerados, ora a las políticas neoliberales levadas a cabo -, la globalización pasó a perder paulatinamente parte de su poesía. Una vez frustradas las expectativas iniciales, muchos conocidos autores pasaron a dirigirse cada vez más a ese término como una ideología6 legitimizante a la acción política y económica de los países más desarrollados7 . Otros ven como una manera de esconder la imposibilidad material de ofrecer y proporcionar las mismas oportunidad y posibilidades de calidad de vida a todos países que aspiran a integrar sus economías en ese proceso (Chomsky, 1998; Zamora, 1999; Moreira, 1999; y otros).
Notas
1. Reproduzco
las comillas del autor.
2. En el
informe elaborado en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social,
en Copenhague, 1995, globalización es entendida como
"consecuencia del aumento de la movilidad humana, del progreso
de las comunicaciones, del gran aumento del comercio y las
corrientes de capital y de los avances tecnológicos, (que) abre
nuevas oportunidades para el crecimiento económico sostenido y
el desarrollo de la economía mundial, particularmente en los
países en desarrollo. La globalización permite asimismo que los
países compartan experiencias y extraigan enseñanzas de los
logros y dificultades de los demás, y fomenta el enriquecimiento
mutuo de sus ideales, valores culturales y aspiraciones. Al
mismo tiempo el rápido proceso de cambio y ajuste se ha visto
acompañado de un aumento de la pobreza, el desempleo y la
desintegración social. También se han globalizado ciertas
amenazas al bienestar del ser humano, como los riesgos
ambientales. Además, las transformaciones globales en la
economía mundial están modificando profundamente los parámetros
del desarrollo social en todos los países. El desafío actual
consiste en encontrar la forma de controlar esos procesos y
amenazas para que aumenten sus beneficios y se atenúen sus
efectos negativos sobre las personas."
3. Renato
Ortiz (1994) se refiere al término de cultura global de masas
para definir las redes de comunicación e información que forman
un sistema, manteniendo los pueblos interconectados mediante las
estructuras creadas y desarrolladas por la economía de mercado
capitalista.
4. De acuerdo
con A. González en su artículo Orden Mundial y Liberación, los
teóricos defensores del neoliberalismo "palidecen ante la pura
posibilidad de liberalizar el mercado mundial de mano de obra,
con el pretexto de que no es 'realista' abrir las fronteras a
los inmigrantes, aunque sea tan realista como otras medidas
económicas liberales, sólo que ésta no perjudica tanto a los
pobres como los ricos (...). Existe un doble lenguaje que, por
una parte, insta a conseguir la liberalización a ultranza para
contratar y despedir trabajadores; pero, por otra, frena y
reglamenta estrictamente la inmigración de trabajadores de la
periferia del sistema hasta el centro". Estudios
Centroamericanos, 549 (1994: 644, cf. García, 1999: 104). Otro
autor, Martín, afirma que "mientras que la internacionalización
es total y lo que hace referencia a los flujos financieros y a
los movimientos de capitales, la restricción es también absoluta
en materia de movilidad de mano de obra" (1999: 32).
5. Según W.K.
Tabb el núcleo del problema estriba en que la afirmación del
hecho de la economía sin fronteras "se convierte en ideología"
cuando se niegan los otros aspectos que lo complementan o
incluso lo minimizan, es decir, la existencia de fronteras en la
economía. Globalization is an Issue, the Power of Capital is the
Issue, Monthly Review, XXIV, 3 (1997), p. 3-27 (cit. en Tortosa,
1999: 61). Sobre esto, cabe aun citar a Roca: "La ideología al
uso mantiene que la globalización producirá beneficio para
todos, pero después de un tiempo de ajustes estructurales y
grandes pirámides de sacrificio. (...) El secreto del engaño
consiste en desplazar hacia el futuro lo que se niega hoy,
solicitando así la renuncia de la actual generación. Sin embargo
no hay el más mínimo signo de que la riqueza del Primer Mundo
(...) rebose y caiga sobre el resto" (1999: 104-105).
6. Zamora,
(1999: 11) afirma que "la paradoja de que el sistema que todo lo
engloba, lo incluye y lo incorpora en su marcha, excluya al
mismo tiempo económica, política y culturalmente a la inmensa
mayoría, es el punto arquimédico (...) para [enseñar] el
carácter ideológico de la retórica de la globalización".
7. John
Kenneth Galbraith, afirma que la globalización es un termino
"inventado" por los norteamericanos para que los países abran
sus mercados a las empresas estadounidenses (Moreira, 1999: 129
y periódico Nossa América, São Paulo, n.6, junio, 1997
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